21 de abril de 2017

Actividades escolares


Actividades escolares con hojas, frutos y semillas - Luis Llácer Asencio
Cubierta de Actividades escolares. Cuaderno segundo
Por Luis Llácer Asencio
Valencia: Librería y Casa Editorial J. Vicente Pont Ferrer, cop. 1934
[14 h], 17 x 25 cm

Actividades escolares con hojas, frutos y semillas - Luis Llácer Asencio
Hoja [3] de Actividades escolares. Cuaderno segundo

Actividades escolares con hojas, frutos y semillas - Luis Llácer Asencio
Hoja [4] de Actividades escolares. Cuaderno segundo

Actividades escolares con hojas, frutos y semillas - Luis Llácer Asencio
Hoja [6] de Actividades escolares. Cuaderno segundo

Actividades escolares con hojas, frutos y semillas - Luis Llácer Asencio
Hoja [7] de Actividades escolares. Cuaderno segundo

Actividades escolares con hojas, frutos y semillas - Luis Llácer Asencio
Hoja [8] de Actividades escolares. Cuaderno segundo

Actividades escolares con hojas, frutos y semillas - Luis Llácer Asencio
Hoja [11] de Actividades escolares. Cuaderno segundo

Actividades escolares con hojas, frutos y semillas - Luis Llácer Asencio
Hoja [13] de Actividades escolares. Cuaderno segundo

Actividades escolares con hojas, frutos y semillas - Luis Llácer Asencio
Hoja [14] de Actividades escolares. Cuaderno segundo

Este cuaderno de actividades escolares, publicado en 1934, propone a los niños doce modelos para construir figuritas (árboles, aves y otros animales, una muñeca) con materiales de origen vegetal: hojas, frutos y semillas, cada lámina contiene un dibujo a color de la figurita a construir y un texto con las instrucciones.

En el prólogo, su autor, Luis Llácer Asencio, un joven maestro «enamorado de la educación activa», cuenta que se decidió a publicar una serie de cuadernos de actividades escolares por sus «ansias de renovación de los métodos escolares», sus cuadernos «no son el producto de investigaciones pedagógicas de laboratorio, ni siquiera de lectura de libros», «son el producto de la experiencia de muchos años de vida profesional desarrollado no precisamente en las escuelas modelo de las grandes ciudades, dotadas de todo lo necesario y aun lo superfluo, sino en las escuelas rurales de aldeas míseras y pueblos paupérrimos, carentes de todo y con escasas consignaciones para material que todas ellas sufren».

Y explica: «He procurado siempre dotar a mis discípulos de estímulos indirectos que, orientando su actividad, hiciesen llevar a su inteligencia, por medio del trabajo, los conocimientos que constituyen la enseñanza; cuidado de que aquel no tuviese para los niños otro carácter que el del juego bien aprovechado. Y puedo afirmar que los alumnos han salido de la Escuela más hábiles y mejor armados para la vida; acaso con menos refinamientos en la ideas y menos erudición en la memoria; pero con más ideas morales y estéticas, con energía en la voluntad, con más ingenio práctico e inventiva. El saber por el saber no tienen ningún valor para la infancia, ni el trabajar por trabajar, tampoco. La niñez ejercita su actividad, para conseguir algo que desea o un objeto que necesita. El trabajo escolar, con la orientación práctica que se le da en estos cuadernos, pone al niño en condiciones de alcanzar el objetivo deseado y la finalidad sentida; es el instrumento adecuado para que, al documentarse acerca de la importante obra que quiere realizar, adquiera conocimientos y cierto sentido práctico, iniciativa, habilidad, constancia; cualidades que hay que fomentar y que difícilmente se ejercitan y estimulan, si los niños no encuentran motivos atractivos de acción».

El maestro Luis Llácer Asencio, en noviembre de 1932 es nombrado profesor de Trabajos Manuales del Instituto-Escuela de Valencia, creado ese mismo año. Sus cuadernos fueron muy bien acogidos:

  • E. L. Ch. «Actividades escolares». Las Provincias, 8 de julio de 1934.
  • Julio Sánchez. «Actividades escolares». Escuelas de España: revista pedagógica mensual, núm. 12 (dic. 1934).
  • I. Reverte. «Actividades escolares». Revista de Escuelas Normales, enero de 1935.

En marzo de 1937, el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes le concede una pensión de tres meses «para estudiar en Checoslovaquia y Francia la influencia del trabajo manual y dar a conocer sus realizaciones personales en ese sentido».

Otros cuadernillos similares son los del editor Juan Ortiz también publicados en los primeros treinta, cuadernos de actividades como La pintura por el recorte geométrico a base de rectas y La escultura por el recorte.